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VITAMINA D Y SISTEMA INMUNE

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Fuentes de vitamina D

La vitamina D en el organismo puede tener distintos orígenes. Por un lado, puede ser ingerida a través de la dieta o de suplementos alimentarios. Hay dos tipos principales de vitamina D, el colecalciferol (vitamina D3) de origen animal y el ergocalciferol (vitamina D2) de origen vegetal (producida principalmente por hongos y levaduras). Ambos son convertidos por el organismo humano en 1,25-dihidroxivitamina D (calcitriol), que sería la molécula activa a la que nos referimos de forma habitual como vitamina D.

La vitamina D puede ser producida también de forma endógena en el cuerpo humano por efecto de la exposición a la luz solar (proceso que es influido por factores genéticos y medioambientales). Concretamente, el 7-dehidrocolesterol, un precursor del colesterol, es convertido en colecalciferol en la piel por efecto de los rayos ultravioletas.

Vitamina D y sistema inmune

Entre sus funciones, la vitamina D tiene una función reguladora en la homeostasis del calcio y del fósforo pero además tiene un papel relevante en la modulación de la respuesta inmune. Para ello, la vitamina D se une a un receptor específico (VDR, del inglés Vitamin D Receptor) que se puede encontrar en diferentes tejidos y en el sistema inmune, tales como las células dendríticas, macrófagos, linfocitos T CD8+, CD4+ y linfocitos B.

En el marco de la inmunidad innata, el calcitriol puede incrementar los efectos antimicrobianos de monocitos y macrófagos, aumentando su capacidad de fagocitosis, quimiotaxis y la síntesis de péptidos antimicrobianos. La vitamina D es por ejemplo muy importante en el control de las infecciones.

Por otro lado, en el marco de la inmunidad adaptativa, se ha visto que el calcitriol puede inhibir la producción de citoquinas tales como la interleuquina 12 (IL-12), la IL-17, IL-23 o citoquinas clásicamente proinflamatorias como la IL-6o la IL-1, al mismo tiempo que puede aumentar otras como la IL-10. Estos efectos son característicos en las respuestas de las células T reguladoras, una subpoblación de células inmunes encargadas de “controlar” la respuesta inmunitaria y evitar el desarrollo de fenómenos de autoinmunidad.