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PROPOLEO EL ANTIBIOTICO Y ANTIVIRAL NATURAL

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Junto a la miel y la jalea, el própoleo es otra de las creaciones de esas inagotables «fabricantes» de salud que son las abejas. Teniendo en cuenta sus muchas y variadas propiedades, conviene tenerlo a mano ahora que los rigores climáticos acechan.

El própolis o propóleo es una sustancia elaborada por las abejas a partir de productos de origen vegetal para proteger sus colmenas, que actúa como antiséptico, antiviral y antiinflamatorio.

Históricamente se ha utilizado para tratar catarros de las vías respiratorias altas, resfriado común, gripe, sinusitis, otitis, laringitis, bronquitis, asma bronquial, neumonía crónica o tuberculosis pulmonar. También se usa propóleos en dermatología para el tratamiento de abscesos, forúnculos, sabañones, grietas o verrugas.

El própoleo o goma de abeja es una sustancia resinosa naturales que las abejas recogen de distintas plantas (álamo, sauce, abedul o pino, entre otras), mezclan con cera y enzimas salivales, y emplean en sus colmenas como protección frente a los depredadores y microorganismos, para reparar daños, como aislante térmico o para constituir cámaras asépticas con el fin de prevenir infecciones microbianas de las larvas. Duro y quebradizo cuando está frío, pero blando, flexible y muy pegajoso cuando está caliente, el propóleo es muy aromático y puede encontrarse en diferentes coloraciones, entre ellas marrón, verde o rojo.

Siglos de historia detrás

La utilización del propóleo se remonta a miles de años atrás. Los antiguos egipcioes, en especial los sacerdotes, conocían sus propiedades anti-putrefactivas, y lo empleaban en la momificación de los cuerpos. Griegos y romanos también sabían de su potencial terapeútico, y lo usaban para curar heridas, como antiséptico y cicatrizante, y también como desinfectante bucal. Por su parte, los Incas lo utilizaban como antipirético. Durante la Edad Media, el propóleo fue escasamente utilizado, pero el Ranacimiento trajo consigo un interés en los conocimientos de la Antiguedad, también en lo que a medicina se refiere, por lo que recuperó su crédito terapeútico.

Químicamente, el propóleo está compuesto por lo general, de un 50% de resina, un 30% de cera, un 10% de aceites esenciales, un 5% de polen y un 5% de otras sustancias, entre ellas minerales y compuestos orgánicos como ácidos fenólicos, flavonoides o terpenos. No obstante, es preciso señalar que no es fácil su estandarización, teniendo en cuenta que la composición variará en función de las condiciones medioambientales de la zona donde se haya realizado esa recogida.

Desde el punto de vista nutricional, el propóleo contiene minerales como magnesio, calcio, yodo, potasio, sodio, cobre, zinc, manganeso y hierro; vitaminas del grupo B (B1, B2, B6), C, D y E, así como provitamina A; enzimas, y mono- y disacáridos como glucosa, fructosa o sacarosa. También contiene ácidos grasos, aunque en pequeñas cantidades, y enzimas procedentes de la secreción gladular de las abejas.

Variadas propiedades

Uno de los más destacados «estudiosos» del propóleo fue el biólogo danés Karl Lund Aagaard quien se ganó el sobrenombre de Dr. Propolis por sus investigaciones de más de dos décadas en torno a él. Tras observar sus efectos sobre más de 50.000 pacientes escandinavos, Aagard concluyó que el área de actuación del propóleo es muy grande, e incluye cáncer, infecciones del tracto urinario, inflamaciones de garganta, resfriados, gripe, bronquitis o infecciones intestinales, entre muchas otras.

Frente a gripes y resfriados, el jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital de Móstoles (Madrid), el doctor Primitivo Ortega, recuerda que los antibióticos están contraindicados. «Es preferible recurrir a un producto natural con efecto antiviral como el própolis, que podemos encontrar en cualquier farmacia», asegura.

– Acción antioxidante

Se han realizado múltiples estudios en torno a la acción antioxidante del propóleo, en los que se ha demostrado su capacidad en este terreno, la cual hay que atribuir a la presencia de ácidos fenólicos y flavonoides. En este sentido, conviene mencionar el trabajo sobre el propóleo realizado en 2010 por Neiker-Tecnalia, Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, que reveló valores antioxidantes en el propóleo superiores a los de sustancias tan acreditadas en este terreno como el café, y que atribuyó a su abundancia en principios activos biológicamente activos, destacando los flavonoides.

– Acción inmunomoduladora.

También en este sentido, la literatura científica es muy amplia y viene a respaldar el enorme potencial terapeútico del propóleo para fortalecer el sistema inmune, lo que lo convierte en un excelente complemento para aumentar la resistencia naturales del organismo y reforzar la nutrición celular, con el fin de combatir las agresiones externas, en general (infecciones fúngicas y bacterias, resfriados o para incrementar la respuesta inmunológica).

– Acción antiviral.

Por su rica y completa composición, el propóleo cuenta con un importate papel en la protección frente a diferentes tipos de virus, entre ellos el de la gripe, el del herpes simplex tipo 1 y 2 e incluso en una investigación de 2001, compuestos aislados de propóleo brasileño demostraron actividad frente al Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).

– Acción antimicrobiana.

Entre sus propiedades antimicrobianas, cabe destacar su capacidad para inhibir el crecimiento y desarrollo de microorganismos perjudiciales para la salud como Streptococcus mutans, responsable de la caries dental; Candida albicans, de las afecciones vaginales; Salmionella tiphy, de la salmonelosis, o Helicobacter pylori, causante de la úlcera de estómago.

Su capacidad antiinflamatoria o la antifúngica son otras de las propiedades del propóleo que la ciencia ha puesto de relieve. Además, conviene recordar que su asociación con la vitamina Creduce la oxidación de esta, dando lugar a una potente actividad antioxidante.

El propóleo se emplea, además, para cuidar las cuerdas vocales, ya que protege esta parte de la garganta de infecciones y de los daños ocasionados por el frío

El propóleo resulta un excelente compañero de batalla de otros ingredientes naturales como equinácea, sauce, acerola, pulmonaria, jara, tomillo o Reishi, de cara a librar la «pelea» anual contra las alteraciones que llegan con las bajas temperaturas y frente a las que no pueden poner las cosas mucho más fáciles para pasar un invierno sin contratiempos.